/Lección 3: ¿Qué es el hombre?

Lección 3: ¿Qué es el hombre?

«¿Qué es el hombre?» Esta pregunta, planteada por el sal­mista (Salmo 8:4) hace muchos años, ha ocasionado diversas res puestas. «El hombre es un alma pequeña que lleva un cadáver», dijo un filósofo griego. «El hombre es una máquina en la que ponemos el alimento y producimos el llamado pensamiento», di­jo el ateo Robert Ingersoll. Charles Colton dijo que el hombre es «un haz de contradicciones». El filósofo y matemático cristiano Blas Pascal dijo: «El hombre es la gloria y la ver­güenza del universo.»

Así podemos ver que las respuestas a aquella pregunta continúan interminablemente. Pero, ¿qué dicen las Escrituras acerca del hombre? El propósito de esta lección es explorar algu­nas de las enseñanzas de las Escrituras relacionadas con la naturaleza del hombre.

EL HOMBRE ES UN SER ÚNICO. El Salmo 8 plantea la pregunta: «¿Qué es el hombre?» Entonces da una respuesta por demás in­teresante: «Le has hecho poco menor que Dios, le has coronado de gloria y honor. Le diste el señorío sobre las obras de tus manos; todo lo has puesto debajo de sus pies» (Salmo 8:5, ver­sión de Nácar-Colunga). Nota: Se usa aquí esta versión porque traduce el versículo 5 «le has hecho poco menor que Dios» en vez de «poco menor que los ángeles» como dice la versión R-V. La palabra hebrea Elohim puede ser traducida «ángeles», pero también es uno de los nombres que el Antiguo Testamento le da a Dios. En la opinión del autor, la versión Nácar-Colunga hace la traducción correcta.

El Salmo 8:5, 6 pone al hombre en un lugar único, dife­rente de cualquier otro ser en el universo. Es (i) menor que Dios, v. 5 pero (2) mayor que todo lo demás que ha sido crea­do, v. 6. Este es el lugar especial que Dios quiere que ocu­pen los seres humanos.

Algunas veces los seres humanos pecan contra Dios tratan­do de colocarse en el lugar de él. Otras veces van al otro extremo, haciéndose más bajos de lo que realmente son. Se igualan con las bestias del campo a juzgar por su conducta. Esto también es pecado. «Un poco menor que Dios», pero mayor que todas las cosas: ese es el lugar que Dios preparó para el hombre.

EL HOMBRE HA SIDO CREADO PARA TENER COMPAÑERISMO. «Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo» (Génesis 2:18). Esto es verdad en más de un sentido. Dios dijo estas pa­labras justamente poco antes de la creación de la mujer. Pero también son ciertas en un sentido más amplio. El hombre no fue hecho para vivir en soledad. Fue creado para vivir en co­munidad con otros, pero la razón principal de su creación fue vivir en compañerismo con Dios, su Creador.

Es imposible entender la verdadera naturaleza del hombre fuera de su relación con Dios. De acuerdo con la Biblia, el hombre fue creado a la imagen de Dios (Génesis 1:27). Para entender cómo es el hombre, debemos entender cómo es Dios, por­que el hombre tiene cierta «imagen de Dios» en él. Esto no quiere decir que el hombre es divino, como algunos filósofos han en­señado. Significa que el hombre es capaz de tener comunión con Dios, porque es una persona así como Dios es persona.

Veámoslo desde otro punto de vista. Aunque usted quisie­ra, no podría tener compañerismo con una mosca, porque la mosca es tan radicalmente distinta que nunca podría tener nada en común con usted. Nunca podría hablarle o lograr que ella lo hiciera. Usted no puede tener compañerismo con una mosca, por­que una mosca no es una persona.

Pero Dios es una persona, tal como el hombre lo es. Por lo tanto, el hombre es capaz de disfrutar de la comunión con Dios. Eso es lo que significa ser hecho a la imagen de Dios.

La­mentablemente muchos hombres viven como si no hubiesen sido creados a la imagen divina. Aunque pueden tener comunión con Dios, no quieren tenerla. Esto surge claramente de la exposi­ción del pecado que Pablo hace en Romanos 3:10, «Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. «

Pero aún hay algo más. Así como el hombre fue hecho para tener compañerismo con Dios, igualmente fue creado para tener compañerismo con otras personas. Esto está expresado claramen­te en la exposición que Jesús hizo de los dos mandamientos más grandes (Mateo 22:34-40). El primero y grande mandamien­to, dijo Jesús, es este: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente… Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo

A menudo pensamos en la salvación como un asunto estric­tamente personal y en cierto sentido lo es. Pero en el Nuevo Testamento aprendemos que la salvación derriba las murallas que separan a los hombres y hace posible que vivan en un gran compañerismo. Ya «no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gá. 3:28).

Ambos aspectos de la naturaleza de las relaciones humanas están expresados en 1 Juan 1:3. Este pasaje nos dice cómo la salvación lleva a los hombres a la comunión los unos con los otros («para que también tengáis comunión los unos con los otros») y con Dios («y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo»).

EL VALOR DEL HOMBRE. Estamos familiarizados con el man­damiento «No matarás» (Éxodo 20:13) Pero, ¿alguna vez se ha preguntado por qué es malo quitarle la vida a una persona? ¿Qué tiene un ser humano que hace que sea tan pecaminoso el dañarlo? La respuesta de la Biblia a esta pregunta es que el hombre es una criatura de valor especial a los ojos de Dios. «Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No va­léis vosotros muchos más que ellas?» (Mateo 6:26). En otra ocasión, Jesús señaló que un hombre es más importante que una oveja (Mateo 12:12).

Todas las cosas que los cristianos tratan de hacer por sus prójimos en el nombre de Cristo, como alimentar a los hambrientos, cuidar a los enfermos, vestir a los pobres, todo está basado en la doctrina bíblica del valor del hombre.

¿DE QUÉ ESTÁN HECHOS LOS HOMBRES? Hay una canción infan­til que pregunta: «¿De qué están hechas las niñas?». Pero en un plano más serio preguntamos: ¿De qué están hechos los seres humanos?

Algunos insisten en decir que el hombre es otro animal, muy complejo, de clase superior, por supuesto, pero siempre sólo un animal. Muchos de nuestros procesos fisiológicos—la forma en que respiramos, la circulación de nuestra sangre, la forma en que transformamos el alimento en energía, son procesos similares al de los animales.

Pero, de acuerdo a la Biblia, el hombre es más que un cuerpo físico. «Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar», dijo Jesús; «temed más bien a aquel que puede destruir el alma v el cuerpo en el infierno» (Mt.l0:28). El concepto del «alma» es bien conocido entre los cristianos. Pero debemos tener cuidado de la forma en que usamos el tér­mino. Por ejemplo, de acuerdo con el concepto bíblico del hom­bre, no es correcto decir que el hombre «tiene» un alma. Más bien, lo propio es decir que el hombre «es» un alma. Mateo 16:26 y Lucas 9:25. ¿Verdad? Dios quiere salvar al hombre completo.

La respuesta bíblica a la pregunta «¿De qué está hecho el hombre?», puede ser resumida diciendo: «El hombre es un alma viviente, la unidad del cuerpo y del ESPÍRITU.»

EL HOMBRE ES REBELDE. La doctrina bíblica del hambre no estaría completa sin tomar en cuenta el hecho de su pecado. Co­mo ha señalado un erudito del Nuevo Testamento: «De toda la creación, el hombre es el que está en peor condición, porqué sólo el hombre se encuentra en un estado de abierta rebelión contra la voluntad de Dios.”

Por supuesto, lo que queremos decir es que el pecado del hombre es deliberado y voluntario. . «Por cuanto todos pecaron y están destitui­dos de la gloria de Dios» (Ro. 3:23).

Adaptado de “Doctrinas Básicas de la Biblia” de Lucien E. Coleman