/CONSEJOS FINALES DE PABLO ANTES DE MORIR

CONSEJOS FINALES DE PABLO ANTES DE MORIR

CONSEJOS FINALES DE PABLO ANTES DE MORIR   2 Timoteo 4:1-8;

¿Qué se espera de una persona que está a punto de morir, en sus 5 sentidos? ¿Cuáles serán sus últimas palabras, sus últimos consejos? El apóstol San Pablo conociendo que se acercaba el momento de su partida procede a dar unos últimos consejos a su discípulo Timoteo.

Para Pablo la venida de Jesucristo en su segunda manifestación ante la humanidad era una esperanza real. V.1. Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino,  Hch 10.42; 1 P 4.5. Nos habla de los propósitos de esa segunda venida, Juzgar a los vivos y a los muertos. Frente a esta realidad que va a pasar Pablo le da algunas exhortaciones a su discípulo para que lo ponga en práctica.

I EXHORTACIÓN A PREDICAR LA PALABRA V. 2 que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.  Pablo sabe que su muerte está próxima y está preocupado porque ve cómo la apostasía va creciendo dentro de la iglesia. Frente a esta situación se ve en la necesidad de pasar el relevo a su amado hijo Timoteo para que él siga desempeñando la tarea que hasta ese momento él había realizado como apóstol. Y una de las funciones más importantes que debería llevar a cabo sería la de predicar la Palabra.

A lo largo de todo el Nuevo Testamento, cada vez que Pablo se refiere a Timoteo percibimos una relación muy familiar, afectuosa y hasta de admiración. Sin embargo, cuando ahora comienza esta exhortación, el apóstol utiliza un tono muy diferente, que sugiere una profunda solemnidad:

La predicación de la Palabra debe ser expuesta con el fin de abarcar diferentes necesidades en la persona, de ahí las siguientes exhortaciones: «Redarguye, reprende, exhorta». Notemos que dos de ellas son negativas y sólo la tercera es positiva:

«Redarguye». Una de las finalidades del predicador tiene que ser la de corregir aquello que es pecaminoso o que es falso doctrinalmente, para lo que primero tendrá que convencer por medio de la Palabra. Luego tendrá que guiar a la persona al arrepentimiento y al cambio en su forma de pensar.

«Reprende». El predicador debe enfrentar el problema del pecado y juzgarlo a la luz de la Palabra, tanto en relación con aquellos que todavía no son creyentes, como de los que ya lo son. De ninguna manera se puede reducir su gravedad o ignorarlo. Por supuesto, ésta es una de las tareas más difíciles y peor vistas que el predicador tiene que enfrentar.

«Exhorta». Junto con la reprensión es necesario exhortar, lo que implica colocarse al lado de la persona para animarle, alentarle, amonestarle con el fin de que siga el camino correcto.

II CUIDAR LA SANA DOCTRINA V. 3, 4. 3 Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias,  4 y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.  1 Ti 4.1. Pablo veía que se acercaba el fin de sus días sobre esta tierra y tenía una gran preocupación al considerar los tiempos peligrosos que se avecinaban sobre el cristianismo y la desviación de la fe que ya percibía dentro de la Iglesia. En esas circunstancias hace diversos encargos a su fiel discípulo Timoteo.

«No sufrirán la sana doctrina». El verbo traducido por «sufrir» sugiere la idea de «mantenerse derecho o firme contra una cosa». En este contexto implica la negación a adaptarse a la sana Palabra de Dios. Pablo está anunciando con claridad que vendría tiempo cuando el cristianismo no toleraría la sana doctrina, y a medida que la historia avanza hacia su consumación, esta situación se hace peor. Esto se debe fundamentalmente a que las demandas de la Palabra son contrarias a los deseos y formas de pensar de las personas.

«Teniendo comezón de oír». La expresión señala al incesante e insatisfecho deseo que los domina por escuchar algo nuevo, diferente y sensacional que se ajuste a sus propios gustos. Algo parecido les ocurría también a los griegos de Atenas que «en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo» (Hechos 17:21; )

«Apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas». Cuando una persona no quiere escuchar la verdad de la Palabra, se abre a toda influencia satánica y es extraviada fácilmente por el error (2Ts. 2:8-12;). Es absurdo, pero cambian la verdad de Dios, por mitos y fábulas que son producto de la imaginación humana. No es imposible edificar una vida sana sobre estas arenas movedizas (Mt. 7:26-27;) , pero esto es a lo que se llega cuando no se quiere agradar a Dios y se rechaza la sana doctrina.

III CUMPLE TU MINISTERIO. V. 5,6. 5 Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.  6 Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. Flp 2.17;

¿CON QUÉ ACTITUD DEBÍA CUMPLIR ESTE ENCARGO?

«Pero tú sé sobrio en todo». La palabra empleada expresa la idea de ser libre de la influencia de agentes embriagantes.

«Soporta las aflicciones». Vuelve a repetir la misma idea ya expresada en  (2 Tim. 1:8; 2:9;). Se da por hecho que Timoteo tendría que sufrir dificultades por su ministerio, y de hecho llegó a estar encarcelado (He. 13:23; ).

«Haz obra de evangelista». Timoteo había acompañado a Pablo en su predicación del evangelio así como en su ministerio de enseñanza, por lo tanto sabía exactamente a lo que el apóstol se estaba refiriendo con esta exhortación.

«Cumple tu ministerio». La palabra griega para «ministerio» se refiere a «servicio». Por lo tanto, Pablo está exhortando a Timoteo para que acabe todo el servicio que le ha sido encomendado, y dedicando sus mejores talentos no deje nada sin hacer. La razón para todas estas exhortaciones era la inminente partida del apóstol: «Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano». Pablo estaba llegando al final de su ministerio.

IV. MISIÓN CUMPLIDA DE PABLO. V.7, 8; 7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.  1 Ti 1.18-19; 6.12; Hch 20.24; 1 Co 9.24; Heb 12.1; Flp 2.16-17. He guardado la fe: otra posible traducción: me he mantenido fiel, en el sentido tanto de obedecer el mensaje como de transmitirlo intacto (véase 1 Ti 6.14 n.). 8 Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida. La corona o guirnalda era el premio que se daba a los ganadores en los juegos atléticos (1 Co 9.24-25; Stg 1.12; 1 P 5.4). La corona de justicia (o de rectitud); puede entenderse también como el premio a una vida de rectitud.

Pablo usa varias metáforas para referirse a su servicio, a su muerte y a la esperanza que tenía: «Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe».

La batalla Tanto esta figura como la siguiente provienen de los juegos griegos. La primera tiene que ver con un luchador que tiene que esforzarse hasta agonizar con el fin de vencer a su adversario.

La carrera. Esta otra figura tiene que ver con una carrera. Unos años antes el apóstol se dirigió a los ancianos de Éfeso de una forma similar: «Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios»  (Hch. 20:24; ) .

La fe guardada La expresión se puede interpretar de forma subjetiva, como si Pablo estuviera afirmando que se había mantenido fiel al Señor, conservando su confianza personal en él y en todas sus promesas.

La corona Al mirar hacia el pasado hace una evaluación del camino recorrido y la fidelidad con la que había servido al Señor. Por eso cuando mira hacia el futuro tiene la confianza de que recibirá una corona y pensando en esto su alma se llena de gozo.

Dios ha prometido dar una corona a aquellos que terminan fielmente el ministerio encomendado por el Señor. Esta idea aparece con mucha frecuencia en el Nuevo Testamento:

«Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.»  ( 1 Cor 9:25; )

«Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor, en su venida?»  ( Col. 2:19;)

«Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.» (Stg. 1:12; )

«Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.»  ( 1 Ped. 5:4; )

«No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.»  ( Ap. 2:10; )

Este testimonio de Pablo no es jactancioso, porque él sabe que si ha podido llegar al fin de la carrera ha sido por la gracia de Dios en su vida. «La cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día» La figura es muy gráfica; Pablo se contempla como un atleta que acaba de terminar la carrera y mira hacia arriba al estrado del juez esperando la corona de laurel del vencedor. Él tiene la certeza de que la va a recibir.

«Y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida» Ahora Pablo incluye a los demás, este pensamiento también tiene que llenar de consuelo a todas aquellas personas, que al igual que Pablo, sufren injustamente en este mundo y esperan la venida del Señor.

Pablo cumplió fielmente su ministerio, también lo hizo Timoteo. La pregunta es ahora para nosotros ¿Estamos cumpliendo fielmente el ministerio que el Señor ha puesto en nuestras manos?… Meditemos y oremos.