/Fuiste hecho para integrar la familia de Dios

Fuiste hecho para integrar la familia de Dios

FUISTE HECHO PARA INTEGRAR LA FAMILIA DE DIOS

El Segundo propósito de tu vida

Pastor Jhonny Quinde Ávila (Material adaptado) 13 Noviembre 2011

Objetivo, Demostrar a los presentes a través de esta enseñanza el segundo propósito para lo cual fuimos creados.

Introducción. Estamos en esta serie de 40 días acerca del propósito de Dios para tu vida. La semana pasada consideramos su primer propósito: que lo conozcas y lo ames. La Biblia lo llama adoración, porque fuiste planeado para agradar a Dios. Hoy vamos a considerar el segundo propósito:

FUISTE HECHO PARA INTEGRAR LA FAMILIA DE DIOS. Hebreos 2:10: «Dios es quien hizo todas las cosas, y todas las cosas son para su gloria. Quería tener muchos hijos para compartir su gloria». Dios quería tener una familia. Por eso estamos aquí. Quería tener hijos. La Biblia nos dice que planeó todo lo existente en el universo para que naciéramos, para que pudiéramos compartir su gloria, para que pudiéramos integrar su familia. Leamos el siguiente versículo: «Su plan inmutable siempre ha sido adoptarnos en su propia familia, trayéndonos a él mediante Cristo Jesús». Efesios 1:5; Toda la Biblia, es la historia de Dios formando una familia, que vivirá no solo en la tierra sino por los siglos de los siglos, en la eternidad. Es una familia eterna. Tú fuiste hecho para vivir para siempre.

Entonces, el primer propósito de Dios para tu vida es que conozcas y ames a Dios. Ahora Dios quiere que centres la atención en el segundo propósito para tu vida y comiences a practicarlo. En 1 Pedro 2:17. [Nos manda] «Amar a nuestra familia espiritual». Eso es lo que Dios quiere que hagas. Ese es el segundo propósito en la vida. Verás, Dios dice que quiere que aprendas a amar a los integrantes de tu familia. ¿Por qué? Pues, hay varias razones. Primero, tu familia física al final se desintegrará. Pero tu familia espiritual perdurará. Seguirá por los siglos de los siglos. Pasarás más tiempo con tu familia espiritual que con tu familia física. Dios quiere que aprendamos a amarnos.

Ahora bien, ¿por qué quiere que aprendamos a amarnos? Hay dos o tres razones. Primero, nos volvemos más como Dios es, porque Dios es amor. Segundo, él quiere que sus hijos aprendan a llevarse bien. ¿Algunos de ustedes son padres? Por supuesto, queremos que nuestros hijos se lleven bien. Y, tercero, es entrenamiento para la eternidad. Una de las cosas que harán en el cielo —en la eternidad— será amar a Dios. La otra cosa que harán será amar a los demás creyentes que estén ahí. Será un lugar de amor, y por eso Dios quiere que comencemos a practicar cómo amar a los demás creyentes.

Entonces, «Mi segundo propósito en la vida es la comunión». Esa es la palabra que la Biblia usa para describir el amor mutuo de unos a otros. Nuevamente, esta palabra, como la palabra que tratamos la semana pasada —la adoración—, se malentiende. Quiero decir, si fuera y le preguntara a la gente de la calle en qué piensan si les digo la palabra «comunión» ¿qué contestarían? Algunos dirían una conversación casual, otros dirían salir a comer juntos con unos amigos, otros dirían ir a la iglesia a comulgar.

«Tener comunión es amar a la familia de Dios». 1 Juan 4:21.: «el que ama a Dios, ame también a su hermano». ¿Cómo lo hacemos? Pablo dijo: «Te escribo estopara que… sepas cómo debe portarse uno en la familia de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, la cual sostiene y defiende la verdad». La iglesia es una familia. No es un edificio, ni una institución, ni una organización ni tampoco un club. Es una familia. Muchas personas dicen: «Bueno, voy a la iglesia», como si la iglesia fuese un lugar a dónde uno va. La iglesia no es un lugar donde ir. La iglesia es una familia, la cual integramos. Son dos cosas distintas. Es más que un edificio, más que un culto. Es la familia a la que pertenecemos.

En la familia de Dios hay CUATRO NIVELES DE COMUNIÓN. Los analizaremos en detalle. ¿Por qué?, en primer lugar, es el segundo propósito de tu vida, es imposible cumplir los demás propósitos que Dios tiene en tu vida si no hay comunión. No estás en la tierra para estar solo, para arreglártelas por ti solo en la vida. El hecho es que nos necesitamos unos a otros.

I EL PRIMER NIVEL ES LA MEMBRECÍA. Es «Elegir pertenecer». Ese es el nivel más básico. Significa que debes encontrar una iglesia para que sea tu familia, y tú mismo eliges unirte a ella. Efesios 2:19; «Ya son ustedes… miembros de la familia de Dios, ciudadanos del país de Dios y conciudadanos de los cristianos de todas partes». Son miembros. La vida cristiana no se limita a creer. Es cuestión de pertenecer, y tú y yo debemos elegir ser miembros. La comunión comienza con la pertenencia, con hacer una elección. Dios quiere que te identifiques con esta elección de integrar su familia. Cuando naciste, automáticamente te convertiste en parte de la especie humana. Pero tienes que elegir pertenecer a la familia de Dios, a la iglesia. Algunas personas dicen: «Sí, soy cristiano pero no pertenezco a ninguna iglesia». No tiene sentido. La iglesia es donde vives en los hechos de lo que significa ser cristiano. Es como decir: «Soy un jugador de fútbol, pero no quiero ser parte del equipo». No funciona así. «Toco el bajo, pero no quiero ser parte del grupo de música». «Soy una abeja, pero no quiero pertenecer a una colmena». Es como un soldado sin un batallón. Un cristiano sin una familia en la iglesia es un huérfano.

Durante esta semana, en el libro «Una vida con propósito», vamos a ver que debemos integrar una familia en la iglesia por seis razones, por qué satisface nuestras necesidades y por qué nosotros suplimos las necesidades ajenas. Romanos 12:5; «También nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás». La palabra «membrecía» puede sonar algo rara. ¿Pero sabían que esta palabra tiene origen cristiano? Surgió de estos versículos de la Biblia. Sé que hoy también se usa para ser miembros de cualquier tipo de club y para registrarse en esto y aquello. Pero en sus orígenes, el significado estaba aquí en la Biblia, un miembro del cuerpo de Cristo. Así como tu mano es un miembro de tu cuerpo, así de unidos estamos entre nosotros.

Verán, tenemos los que algunos pastores llaman: creyentes flotadores, gente que va de iglesia en iglesia. Una semana, soy parte de esta iglesia, y a la otra semana porque ¡Ah! hay mucho movimiento por ahí. Y a la siguiente, vamos para allá. Si quieres crecer, si deseas ver a Dios obrando en tu vida, tienes que unirte a un cuerpo. Si andas de de iglesia en iglesia es como si… Pongamos por ejemplo que eres el hígado del Cuerpo de Cristo —esa fue la tarea que Dios te encomendó— no puedes extirparte de un cuerpo y unirte a otro. Si lo intentaras… Si lo hicieras con un órgano, se secaría y moriría. Lo mismo nos pasa a los creyentes de no unirnos a un grupo de creyentes, donde podamos decir: «Quiero ser parte de lo que pasa aquí». Jesús ama a la iglesia. Y tú y yo necesitamos tener este mismo amor. Jesús llama a las iglesias el «cuerpo». ¿Qué si te dijera: «Te amo», pero no me gusta tu cuerpo? ¿Cómo te sentirías? La iglesia es el cuerpo de Jesús. Él ama a su iglesia. La iglesia es la esposa de Cristo. ¿Qué si dijera: «Te amo, pero no soporto a tu esposa»? ¿Qué dirías? Tremendo verdad.

Hay un símbolo para eso, para el hecho de que nos pertenecemos, una figura que nos ha dado Dios. Se llama el «bautismo». El bautismo es la muestra externa de que estamos unidos al cuerpo de Cristo. 1 Corintios 12:13 al respecto: «Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo —ya seamos judíos o gentiles, esclavos o libres». Es la manifestación pública de anunciar: «Soy parte de un grupo de creyentes y estoy contento de pertenecer a este grupo de creyentes». Romanos 6:3; dice: «¿Acaso no saben ustedes que todos los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús, en realidad fuimos bautizados para participar en su muerte?». El bautismo es la manera pública de proclamar que morimos a algo y vivimos para otra cosa. Hemos muerto a nuestra vieja manera de vivir y ahora vivimos en renovación de vida.

HE AQUÍ ALGUNAS FOTOS DE BAUTIZOS QUE HEMOS TENIDO ÚLTIMAMENTE. ¿Cuántos de ustedes…? ¿Se acordaron de su propio bautismo? Nunca me olvidaré del día en que me bauticé… Cuando decidí hacer público mi compromiso con Cristo.

Entonces, el primer nivel es elegir pertenecer. El segundo nivel de la comunión va más allá, cuando avanzamos un poco más en la familia de Dios, y consiste en aprender a compartir.

II «EL NIVEL DE LA AMISTAD»: aprender a compartir. Dios te creó a su imagen y, por lo tanto, fuiste hecho para relacionarte. La Biblia dice: «No es bueno que el hombre esté solo». En otras palabras, fuimos hechos el uno para el otro. La vida no es una obra unipersonal. Necesitamos tener amigos. La Biblia dice: Hechos 2:44: «Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común». Subrayen «estaban juntos » y subrayen «tenían todo en común». Fíjense en dos cosas:

La primera, no podemos desarrollar un amistad sin estar juntos.

La segunda, no podemos desarrollar una amistad sin tener cosas en común, sin estar dispuestos a dedicar tiempo a los amigos, sin compartir. El versículo nos dice que «tenían todo en común». Debemos compartir nuestras EXPERIENCIAS. Tú sabes algunas cosas que yo desconozco y yo sé otras que tú ignoras.

En segundo lugar, la Biblia nos manda compartir NUESTROS HOGARES. Debemos compartir nuestros hogares. La Biblia, en 1 Pedro 4:9 dice: «Practiquen la hospitalidad entre ustedes sin quejarse».

No dice seamos hospitalarios con la gente extraordinaria. No necesitan ser buenos para que les abramos nuestros hogares. Dice, simplemente, que seamos hospitalarios. No podemos tener comunión con toda una multitud. La comunión solo es posible en grupos pequeños. O entre dos. ¿Sabían que durante los primeros 300 años del cristianismo no había templos? La iglesia se reunía en los hogares. Para todas las reuniones. No había edificios especiales. De paso, fue el momento de mayor crecimiento de la iglesia.

Fotos de grupos pequeños. En un grupo así me siento parte de la familia de la PIBM.

La Biblia dice —en tercer lugar— que debemos compartir nuestros PROBLEMAS. ¿Sabían que cuando comparten una alegría, la alegría se multiplica; y que cuando comparten un problema, se dividen la carga? La Biblia dice: «Lloren con los que lloran y alégrense con los que se alegran». En grupos pequeños a veces nos morimos de risa y, en otras ocasiones, lloramos juntos. Hebreos 10:25: «No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros». El propósito primario en el grupo es animarnos unos a otros.

III EL TERCER NIVEL ES LA ASOCIACIÓN. La asociación es darse cuenta de que tengo que colaborar y que debo contribuir, que la familia de Dios te necesita. Dios no te trajo a la Primera Iglesia Bautista de Milagro para que te reclinaras y disfrutaras de un balneario espiritual. No estás aquí para eso. Te trajo para servir. Quiere que hagas un aporte con tu vida; y así como en cualquier familia, hay responsabilidades filiales. Cuando integramos una familia, dividimos la tarea entre todos: tú haces esto, y tú haces esto otro. Eso es una familia cristiana, la familia de Dios. Y todos —todos— tenemos algo que hacer. La Biblia está llena de referencias a que tú y yo trabajamos juntos para llevar a cabo la tarea. 58 veces en el Nuevo Testamento, la Biblia

usa la frase «unos a otros». Nos servimos unos a otros. Nos amamos unos a otros. Oramos unos por otros. La Biblia dice incluso que debemos soportarnos unos a otros mientras hacemos todo esto. Así es como procedemos juntos. Es amor en los hechos y no solo de palabra. Porque está bien compartir tu corazón, ese es el segundo nivel. Pero mejor todavía es hacer tu parte. Ese es el tercer nivel. Veamos 1 Corintios 3:9ª; Efesios 4:16b;(NVI)

Ilustración. La Madre Teresa se pasó su vida trabajando, como muchos de ustedes quizá sepan, entre los más indigentes de Calcuta, en la India. En cierta ocasión le preguntaron: «¿Cómo puede soportar diariamente toda la muerte y la enfermedad?bres les hubiera pedido que me dijeran el nombre de algunos ¿Cómo hace las cosas desagradables cuando llega el momento de servir? Su respuesta fue: «En toda persona a quien baño, en toda persona a la que le pongo una venda, veo el rostro de Jesús y lo hago para él». Esa es la actitud detrás de este servicio. Es la actitud de Mateo, capítulo 25, versículo 40. «De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis». Por eso los animo a que este principio sea puesto en práctica, y que mejor que conociendo a la iglesia y alguna necesidad en la que usted este en capacidad de ayudar.

IV NIVEL DE COMUNIÓN EN LA FAMILIA DE DIOS. EL PARENTESCO. Hechos 2:42; Dios dice que no somos como una familia: somos una familia. En Romanos 12:10 la Biblia dice: «Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente». En la Biblia la palabra griega para comunión es «koinonia». La raíz literalmente significa estar comprometidos unos con otros tanto como lo estamos con Jesucristo; ese es el nivel culminante de comunión. Estar comprometidos entre sí como estamos comprometidos con Jesucristo. Eso es una relación fraternal.

Amigos, esto es la vida: amar a Dios y aprender a amarnos unos a otros. Si no entienden esto, no habrán entendido el propósito de su vida. Será una pena, porque la vida no es cuánto consigan, son las relaciones. Fuiste puesto en esta tierra para conocer a Dios y amarlo, y para conocer a su familia y amarla, porque con ella pasarás la eternidad.

Como pastor, he acompañado a hermanos en sus horas finales mientras exhalaban su último aliento, nunca nadie me pidió: «Alcánzame mis diplomas. Quiero tenerlos a la vista». Nadie me dijo: «Tráeme mis trofeos». Nadie dijo: «Tráeme el reloj de oro que me dieron con el retiro». Nadie dice: «Alcánzame la computadora portátil». En esos momentos finales hablan de lo que más importa, y piden estar cerca de sus familiares y amigos. Un día… un día se darán cuenta de que lo que más importa en la vida es conocer a Dios y tener familia y amigos cercanos. Espero que no sea dentro de mucho. Espero que no lo descubras en los últimos momentos de tu vida. Espero que lo descubras ahora y que comiences a tener comunión como Dios quiere, porque la vida se define en el amor.

Amar a Dios, eso se llama «Adoración» y amarnos unos a otros, eso se llama «Comunión». La Biblia dice eso en Juan 13, Jesús dijo: «De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros». Nosotros en la PIBM queremos que se nos conozca no por el tamaño, ni los sermones, ni la música, ni la estrategia, ni el edificio, sino por nuestro amor. Queremos que la gente diga: «En ese lugar la gente se ama entre sí». Porque en eso consiste el cristianismo: amar a Dios y amarse unos a otros.

Cuando la gente encuentra una iglesia, un lugar, donde hay amor auténtico, El templo quedará pequeño, porque la gente no busca una religión, busca una familia. No buscan una doctrina, buscan amor.

¿Cómo puedes saber si integras la familia de Dios? ¿Cómo puedes saberlo personalmente? Les leeré tres versículos que les permitirán saber si son cristianos o no. Escúchenlos. 1 Juan 3:10: «El que no practica la justicia no es hijo de Dios; ni tampoco lo es el que no ama a su hermano». Eso dice la Biblia. 1 Juan 4:20: «El que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto», y 1 Juan 3:14: «Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte». La prueba definitoria.

El privilegio más alto que puedes tener en la vida es el privilegio de integrar la familia de Dios. Porque la familia de Dios es el laboratorio donde aprender a amar.

Algunos se criaron en hogares que no tenían mucho amor. No saben cómo amar. La mayoría de la gente no tiene idea de cómo amar. El único amor que saben practicar es el amor sexual, el amor romántico. No conocen ningún otro tipo de amor. Por eso debemos aprender; y en la iglesia, en la familia de Dios, es donde aprendemos a amar a las personas de carne y hueso. Nadie en los grupos es una persona ideal, tú y yo tampoco. Aprendemos a amar a personas reales, porque para eso nos puso Dios en la tierra.

Permítanme hacerles un par de preguntas al respecto: ¿En cuál de estos niveles de comunión te encuentras? ¿Has alcanzado el primero, y elegido pertenecer? ¿Todavía flotas de iglesia en iglesia y concurres a esta y luego a aquella? No has asumido un compromiso. No eres miembro de ninguna. Necesitas elegir una iglesia. Necesitas pasar el primer curso si vas a venir aquí. “DESCUBRIENDO MI MEMBRECIA EN LA IGLESIA” Lo estaremos enseñando nuevamente desde el primer sábado de diciembre a las 17H00 son cuatro clases de dos horas. Necesitas bautizarte y decir: «No me avergüenzo». Es el nivel elemental. Si todavía no lo has hecho, ese debería ser tu primer paso.

Hasta que llegues al nivel culminante. ¿Hay otros creyentes que saben de tu entusiasmo por ellos? ¿Saben que pueden contar contigo cuando estén en crisis? ¿Eres parte de la familia de Dios?. Dios puso solo una condición, el último versículo en su bosquejo: «Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús». Puedes hacer eso hoy.

Inclinemos nuestras cabezas y oremos. Sabes, Padre, después de la salvación tu mayor regalo fue el darnos la oportunidad de ser parte de tu familia. Gracias porque no tenemos que vivir aislados y desvinculados. Gracias por crear a la familia de Primera Iglesia Bautista Milagro para nosotros.

Ahora, ora. Di: «Querido Dios, quiero ser parte de tu familia y quiero aprender a amar a mi familia espiritual como tú lo haces. Perdóname por tomar esto tan a la ligera. Quiero avanzar en mi nivel de comunión, por eso hoy elijo pertenecer. Quiero aprender a compartir y a dedicar tiempo para cultivar verdaderas amistades. Quiero hacer mi parte en la familia de Dios. Quiero aprender a amar a los demás creyentes como mis hermanos y hermanas. Enséñame lo que significa amor verdadero. En tu nombre te lo pido. Amén».

Puede ver nuevos temas del autor  visitando      http://jhonnyquinde.com/

El autor Lcdo. Jhonny H. Quinde Ávila  es  el actual pastor de la Primera Iglesia Bautista de la ciudad de Milagro – Guayas Ecuador.  www.facebook.com/primera.bautistademilagro