PRACTICAR LA VERDAD.
Noveno Mandamiento “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” Éxodo 20:16;
INTRODUCCIÓN. De las cosas que Dios aborrece, ¿Cuántas tienen que ver con lo que hablamos? Proverbios 6:16– Deuteronomio 19:16-20; Salmo 15:1-5; «Por lo cual, dejada la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo.» (Efesios 4:25)
UN MUNDO LLENO DE MENTIRAS. Estamos en medio de un pueblo adicto a la práctica de decir, escuchar y creer mentiras. La falta de veracidad y de honestidad es un problema que cada día va en aumento. ¡Qué difícil es encontrar a una persona que cumpla su palabra! ¡Qué difícil es encontrar a alguien en quien podamos confiar! ¿Cuántos problemas en nuestro mundo moderno se deben a la falta de veracidad y honestidad? ¿No es cierto que la gran mayoría de los problemas de gobierno en el pasado y en el mundo de la política de hoy jira alrededor de la mentira? , los medios de comunicación están llenos de mentiras, exageraciones que no dejan de ser media verdades, medias verdades igual es mentira. No es que esté totalmente de acuerdo con este gobierno pero siempre ha sido así.
No sería difícil mostrar lo mismo en cuanto a los problemas económicos, los problemas familiares y los problemas matrimoniales. Por ejemplo, la falta de honestidad en la relación matrimonial, el engaño y las mentiras de parte de uno de los cónyuges es la causa de muchos problemas. ¿Cuántos hijos han desarrollado el hábito de mentir y engañar a sus padres?
Cuántas personas tienen la tendencia de exagerar y añadir cosas a su «versión» de los hechos. ¿No es cierto que muchas personas inventen pretextos y mentiras «piadosas» para evadirse y salir de una dificultad? ¡Cuántas personas hacen promesas y compromisos que no tienen la menor intención de cumplir! En cuántas ocasiones hemos tenido que confesar con tristeza que ya no podemos confiar en una persona porque se ha mostrado irresponsable y mentirosa.
¿Cuántas personas conocemos de las cuales tenemos la certeza de que nos están diciendo la verdad sin añadir, quitar o exagerar algunas cosas? Hay muchas personas que no pueden hablar sin decir alguna mentira, alguna exageración o algo similar. Aún más, existen personas que son incapaces del todo de decir la verdad.
Como veremos más adelante, siempre hay algún motivo pecaminoso detrás de las mentiras. Siempre hay otros pecados involucrados en este asunto. Frecuentemente, las mentiras tienen el propósito de ocultar o encubrir otros pecados más graves.
Toda una familia de pecados: El noveno mandamiento incluye toda clase de mentiras, incluso el engaño, el fraude, el testimonio falso, la calumnia, los chismes, las adulaciones y los falsos halagos, las medias verdades, las insinuaciones que crean malas sospechas, el silencio premeditado o conspiración de silencio, las mentiras llamadas piadosas, las exageraciones, etc. Como se puede ver, hay muchísimas formas para quebrantar este precepto moral. El punto es que frecuentemente hay algo que no es cierto, que no es verdadero en lo que decimos a otras personas, a nosotros mismos o aún a Dios.
LAS MENTIRAS DESTRUYEN:
En primer lugar las mentiras destruyen el carácter de uno mismo. Muchas personas se acostumbran tanto a mentir que la totalidad de su carácter queda afectado y terminan creyendo ellos mismos sus propias mentiras.
En segundo lugar, las mentiras destruyen las relaciones entre los seres humanos. Las amistades y relaciones que tenemos con otras personas dependen directamente de la veracidad de nuestras palabras. Cuando otras personas pierden su confianza en nuestras palabras, es muy difícil si no es que imposible, que la vuelvan a recuperar.
En tercer lugar, las mentiras destruyen la iglesia. Todo lo que sucede en la iglesia depende de que la comunicación sea veraz. Lo que nos une es la verdad; pues, la iglesia solo puede existir en el ambiente de la verdad. Tanto en el caso de Acán (Josué 7) como en el de Ananías y Safira, Dios juzgó con severidad la mentira mostrando su desaprobación contra los culpables.
En cuarto lugar, las mentiras destruyen el alma. Todos los mentirosos tendrán su parte en el lago de fuego. Los mentirosos no arrepentidos serán excluidos del cielo. (Apo.21:8) Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira. Apo. 22:15;
EL ORIGEN DE ESTE PECADO: No es difícil descubrir el origen básico de este problema. Desde la caída el hombre ha sido mentiroso y engañador. Dijo Jesucristo, «¿Por qué no reconocéis mi lenguaje? porque no podéis oír mi palabra. Vosotros de vuestro padre el diablo sois, y los deseos de vuestro padre queréis cumplir. Él, homicida ha sido desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Y porque yo digo verdad, no me creéis.» (Juan 8:43-45) Aquí cuando Cristo habló del diablo como mentiroso y padre de toda mentira, se refirió a lo que sucedió en el jardín del Edén. La caída de la raza humana fue debida en gran parte a una mentira, la mentira que salió de la boca de Satanás. Esta mentira tenía que ver con la veracidad de Dios y específicamente con la palabra de Dios. El diablo dijo a Adán y Eva que «no morirían». Satanás se acercó a ellos con una mentira, un engaño, un testimonio falso que contradecía la palabra de Dios. Hizo una trampa y ellos creyeron su mentira. (Qué fácil es creer la mentira).
Desde aquel momento hasta el día de hoy, la raza humana sigue siendo mentirosa. Cuando Eva dijo respecto al fruto prohibido que era bueno para comer, codiciable, etc., mintió. Cuando Satanás dijo que el fruto haría al hombre semejante a Dios en conocimiento, mintió. Después, cuando Dios vino al jardín de Edén para enfrentarlos con su pecado, ambos mintieron en su intento para evadir su culpa y responsabilidad. Desde aquel entonces, los hombres caídos han estado dispuestos a creer cualquier cosa con excepción de la verdad. Desde aquel tiempo, los hombres han creído las mentiras del diablo respecto al pecado, respecto a sí mismos y respecto a Dios.
Uno de los atributos de Dios es su veracidad. Dios es en sí mismo la fuente de toda verdad y el único que da el significado y el propósito verdadero a todo lo que existe. Dios es aquel que da la definición verdadera a todas las cosas. Aparte de lo dicho por El, no hay nada más que mentiras y falsedad. Para saber la verdad acerca de sí mismos, acerca del mundo, acerca de la vida, acerca del bien y del mal y todas las demás cosas, los hombres tienen que escuchar y creer la verdad y la palabra de Dios. Entonces, la causa básica de este pecado consiste en que los hombres no creen a Dios sino al diablo.
Por ejemplo, cuando el diablo le dice al hombre caído que puede vivir como quiera, lo cree. Cuando Satanás le dice que tiene libertad para pecar, lo cree. Cuando el enemigo le dice que no habrá ningunas consecuencias por sus pecados, también lo cree. Cuando afirma que no existe el infierno, también lo cree. Cuando Satanás declara que la Biblia no es la palabra de Dios y que el evangelio es una mentira, el hombre inconverso lo cree. A fin de cuentas, el hombre inconverso cree todo lo que Satanás le dice y lo toma como si fuera la verdad y rechaza todo lo que Dios le dice como si fuera una mentira.
La verdad es que el reino de Satanás es un reinado de mentiras, de falsedades y de engaños. El éxito del diablo en este asunto es manifiesto por el hecho de que la gran mayoría de los hombres no se percatan de que han sido engañados por el enemigo de sus almas. En realidad los hombres incrédulos prefieren vivir en un mundo de engaño, de fantasías y de fábulas. No quieren la verdad. Prefieren ser engañados y engañarse a sí mismos.
¿Por qué es así? Porque el hombre inconverso no quiere enfrentarse con la verdad acerca de sí mismo, acerca de sus pecados y mucho menos acerca de Dios. Pero ¿Por qué? Porque si se enfrentara con la verdad, entonces su supuesta soberanía sobre el mundo, su supuesta «libertad» para pecar, ya no existirían. Ya no podría continuar viviendo como si fuera el dueño de sí mismo, o como si fuera su propio dios. Entonces, ya podemos ver que el hombre es la víctima de sus propias mentiras y que la causa de este pecado radica en su rebelión en contra de Dios. El Salmo 58:3 dice: «Se apartaron los impíos se desde la matriz; Descarriáronse desde el vientre, hablando mentira».
Los no cristianos se oponen a la verdad: “Porque manifiesta es la ira de Dios del cielo contra toda impiedad é injusticia de los hombres, que detienen la verdad con injusticia.» (Romanos 1:18) Aquí el apóstol Pablo dice que los inconversos están deteniendo la verdad. La palabra traducida aquí como «detener» quiere decir «resistir o suprimir». Entonces, significa que los incrédulos están suprimiendo y resistiendo continuamente a la verdad. Prefieren ocultar la verdad porque no les gusta. Es por esto que tratan de acabar con ella mintiendo. Esta oposición a la verdad es tan fuerte que podemos decir que es como un «complot» en el cual están incluidos todos los incrédulos. Los evolucionistas son mentirosos; los ateos son mentirosos y también todos aquellos que viven como si Dios no existiera son mentirosos. Pues, todos los incrédulos son mentirosos como el apóstol Juan dice: «el que no cree á Dios, le ha hecho mentiroso; porque no ha creído en el testimonio que Dios ha testificado de su Hijo.» (1 Juan 5:9-10) La incredulidad tocante al evangelio de Cristo es el pecado más grave que uno puede cometer, porque el incrédulo le está diciendo mentiroso a Dios; le está diciendo que el testimonio que nos ha dado de su Hijo es una mentira.
LA VERDAD DE DIOS: «Sea Dios veraz y todo hombre mentiroso.» (Rom.3:4) La base del noveno mandamiento es la verdad de Dios y su veracidad. Tito 1:1 dice que Dios «no puede mentir». Dios es en sí mismo la verdad y la revelación que nos ha dado en la Biblia es la verdad.
Cristo no solo decía ser «la verdad» sino que dijo respecto a su Padre «tu palabra es verdad» (Jn.17:17). Todo lo que Dios dice respecto al evangelio y acerca de Cristo como el único camino salvación es la verdad. Todo lo que dice respecto a la causa de los problemas y el sufrimiento humano en el mundo es la verdad. Todo lo que dice respecto al pecado humano, sus consecuencias temporales y su castigo eterno es la verdad. Todo lo que Dios dice respecto al destino eterno de los hombres, es a saber, acerca del cielo y del infierno es la verdad. Todo lo que Dios dice respecto a sí mismo, su naturaleza, su carácter y sus atributos es la verdad. Todas las promesas y todas las amenazas divinas son verdad.
Entonces, cada hombre tiene que someterse a la verdad de Dios obedeciendo el evangelio y arrepintiéndose de sus pecados. Todos aquellos que no hacen esto están condenados a seguir viviendo en la mentira. No es posible que hablemos la verdad con nuestro prójimo a menos que primero hayamos hablado la verdad con Dios y con nosotros mismos. Hasta que el hombre se enfrente a sí mismo con la verdad acerca de sus pecados y de su condición pecaminosa, no puede ser veraz con los demás. «Por lo cual, dejada la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo…» (Efesios 4:25). Todos aquellos que nos se han arrepentido, no pueden hacer esto.
TRES ELEMENTOS INVOLUCRADOS EN LA MENTIRA:
1. Al mentir estamos ofendiendo a Dios. Cada mentira ofende a Dios porque el mentiroso no está diciendo la verdad sino algo distinto. El Dios de verdad, está obligado a castigar a todos los mentirosos.
2. Cada mentira es una traición de la confianza humana. La persona a quien se dice la mentira está siendo traicionada y engañada. La persona que nos escucha, espera y confía en que le digamos la verdad; por lo tanto, abusamos de su confianza al darle un testimonio falso. Como consecuencia, la persona pierde su confianza en nosotros. Cuando quebrantamos esa confianza, resulta muy difícil si no es que imposible restablecerla. Cuando otras personas se percatan de que les hemos dicho una mentira, entonces en lo sucesivo ya no nos creerán. Siempre tendrán dudas y sospechas respecto a lo que les decimos y respecto a nuestra veracidad.
3. La persona misma que miente es afectada. Cada mentira que decimos nos afecta; afecta nuestro carácter y nuestra integridad. Hay un proceso que sucede en la vida de la persona mentirosa. Cada vez que dice una mentira le resulta más fácil hacerlo y más difícil resistir la tentación de seguir mintiendo. Muy pronto su conciencia pierde toda sensibilidad y comienza a cauterizarse. Por fin, la persona se convierte en un mentiroso habitual. Aún peor, la persona se engaña a sí misma y en muchos casos termina creyendo sus propias mentiras. Muchas personas que se acostumbran a mentir terminan viviendo en un mundo de ficción, de fantasía, de engaños y decepción.
LOS MOTIVOS PARA MENTIR: Casi siempre la mentira es una manifestación de otros pecados que no son tan obvios. Entonces, cada vez que nos encontramos en una situación en que somos tentados a mentir, debemos detenernos y preguntarnos ¿por qué? Debemos escudriñar nuestros corazones y no será difícil descubrir el motivo.
Primero, muchas veces el motivo es el orgullo o la soberbia. Por ejemplo, hay personas que tienen la tendencia de exagerar y de jactarse para impresionar a los demás y atraer su atención. El motivo es el orgullo o como lo dice el apóstol Juan «la soberbia de la vida» (1 Jn.2:16).
Segundo, muchas personas inventan mentiras con tal de ganar un argumento o debate. Cambian los hechos y mienten para apoyar su punto de vista y ganar. Esto sucede a menudo en la vida matrimonial, entre los compañeros de trabajo y aún en los argumentos religiosos. La mayoría de las sectas y la iglesia católica son muy dadas a inventar manipular las cosas mintiendo con tal de defender sus doctrinas falsas.
Tercero, muchas veces el motivo es la envidia, los celos o el odio. Los chismes y la calumnia casi siempre tienen su origen en el resentimiento, la envidia y el odio. Muchas personas son capaces de inventar chismes y mentiras motivadas por la envidia. Su propósito es de causar daño y perjuicio a otras personas. Cabe señalar aquí que frecuentemente el mundo inventa mentiras acerca de los creyentes, con el fin de difamarlos y perseguirlos.
LOS MÉTODOS QUE EL DIABLO USA PARA QUE NOS ACOSTUMBREMOS A MENTIR:
1. A Satanás le gusta usar la táctica de la exageración. Casi todos tienen la tendencia de modificar la verdad, de cambiarla, ajustarla, añadirla, etcétera. Paulatinamente, esta tendencia se convierte en la práctica de contar relatos exagerados. Hay algunas personas que llegan al punto en que les gusta exagerar. Ya no les importa si están diciendo la verdad o no. Muy pronto ya no se fijan en la veracidad de lo que dicen y casi sin percatarse, se convierten en personas mentirosas.
2. Otro método usado por el diablo es la así llamada «mentira piadosa«. Muchas veces, cuando hemos sido negligentes y no hemos cumplido nuestro deber o nuestras responsabilidades, usamos una «mentira piadosa» para defendernos y justificarnos. Cuando alguien nos llama la atención o nos desafía respecto a nuestra irresponsabilidad, casi en forma automática reaccionamos inventando un pretexto que no es más que una mentira. A nadie le gusta ser regañado y muchos hasta se sienten ofendidos cuando alguien les enfrenta con su irresponsabilidad o su negligencia. Nuestro orgullo y nuestro deseo de defendernos resultan en que mintamos. Podemos sentirnos especialmente tentados a mentir cuando hemos hecho algo necio o tonto, o cuando hemos sido irresponsables en nuestros deberes para con Dios. Casi todos tenemos la tendencia de ver las cosas como nos gustaría que fueran y no como en realidad son. Esta tendencia nos puede conducir a creer nuestras propias mentiras. Una marca del creyente verdadero es que se enfrenta a sí mismo con la verdad de sus propios pecados y su propia culpa. Por el contrario, el incrédulo siempre está defendiéndose y echando la culpa a otras cosas u otras personas. El arrepentimiento verdadero comienza cuando uno deja de mentir, justificarse y echar la culpa a otros.
3. Otro método usado por el diablo para acostumbrarnos a mentir es la tendencia de no cumplir con nuestra palabra. Casi todos tenemos la tendencia de decir que vamos a hacer tal o cual cosa y nos comprometemos sin pensarlo bien. Luego, cuando surge una dificultad o nos va costar algo el cumplir nuestra palabra, o cuando no nos alcanza el tiempo, terminamos no cumpliendo nuestro compromiso. Muchas personas tienen la costumbre de no hacer lo que dicen, de no cumplir su palabra. Ser impuntuales. No se sienten responsables por sus compromisos y el resultado es que los demás les consideran como mentirosos. Se convierten en personas en quienes nadie puede confiar. Frecuentemente, este problema tiene su raíz en la falta de disciplina, en la falta de dominio propio. Muchos no cumplen con sus compromisos porque viven un estilo de vida muy desordenado. Es su falta de disciplina lo que les convierte en mentirosos.
Entonces, el lado positivo de este mandamiento significa mucho más que el mero hecho de decir la verdad. Debemos ser personas caracterizadas por la veracidad en nuestro hablar en nuestros compromisos y en nuestras promesas. Las «buenas intenciones» no son suficientes a menos que las pongamos verdaderamente en práctica. Debemos desarrollar la madurez espiritual que nos conduzca a ser siempre honestos con Dios, con nosotros mismos y con nuestro prójimo. Una de los principios básicos para el buen vivir es decir siempre la verdad. Amén.
Pastor Jhonny Quinde Ávila ( Tema Adaptado)
El Lcdo. Jhonny H. Quinde Ávila es el actual pastor de la Primera Iglesia Bautista de la ciudad de Milagro – Guayas Ecuador. www.facebook.com/primera.bautistademilagro