Dos hombres se encontraron en la calle un lunes por la mañana. Uno era diácono de una iglesia bautista. El otro era un recién llegado a la ciudad, pero también cristiano. Mientras los dos hablaban, el recién llegado preguntó: «¿Donde está su iglesia?» El diácono, señalando hacia la zona céntrica, contestó: ¿Dónde está mi iglesia? Bueno, usted la encontrará en la mayoría de los negocios del centro esta mañana. Y en las escuelas que hay por allí. Y en muchas de las casas de un lado y del otro de la calle.
¿Es ésta una respuesta extraña? No, de ninguna manera, más bien implica el hecho que la iglesia es la gente, antes que el edificio. El diácono estaba hablando del grupo de creyentes bautizados que componían su iglesia, no del viejo edificio de ladrillos en el que se reunían para estudiar, adorar y tener compañerismo.
Pensando en la iglesia como un edificio es sólo una de las diferentes ideas extrañas que parecen estar de moda. Por eso es que nos resulta tan importante estudiar el concepto bíblico de la iglesia, para así aprender qué tipo de iglesia Jesucristo quiere que seamos. No basta tener una congregación. La congregación debe tener las características de la iglesia que la Biblia nos enseña al respecto.
Cómo surgió la iglesia. Encontramos una de las claves de Pablo en cuanto a la naturaleza de la iglesia en Efesios 5:23-27; «Cristo es cabeza de la iglesia… la iglesia está sujeta a Cristo… Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella… a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa… santa y sin mancha».
Algunos años antes, en respuesta a la pregunta que Cristo planteó como prueba, Pedro había dicho: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente» (Mt. 16:16). Y Jesús, complacido con la respuesta de Pedro, había respondido: «Sobre esta roca (petra) edificaré mi iglesia» (Mateo 16:18). Dos breves declaraciones después del sermón de Pedro en Pentecostés arrojan más luz sobre el origen y desarrollo de la iglesia: «Los que recibieron su palabra fueron bautizados… Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos» (Hechos 2:41,47).
Figuras neo testamentarias de la iglesia. El apóstol Pablo incrementa nuestra comprensión de la iglesia presentando una serie de figuras verbales en las que compara a la iglesia con el cuerpo humano, un árbol de olivo, una novia, un terreno sembrado y un edificio.
1.- LA IGLESIA ES EL CUERPO DE CRISTO.
1.- La unidad de la iglesia es como la unidad del cuerpo humano.. El cuerpo tiene muchas clases diferentes de miembros, pero todos dependen el uno del otro. Cada miembro tiene su propia función, pero todos los miembros contribuyen al bienestar del cuerpo entero. Como todos los miembros del cuerpo se necesitan el uno al otro, todos los miembros son importantes (por ejemplo, los pies no parecen tan importantes como la cabeza, pero el resto del cuerpo lo pasaría mal sin los pies. Y la cabeza se las vería en figurillas sin el cuello). Esa es la forma en que los miembros de la iglesia deben depender el uno del otro.
Puede llevar esta comparación un poco más adelante recordando cómo todo el cuerpo sufre cuando uno de sus miembros sufre. Por ejemplo, una uña encarnada en un pie puede hacer doler todo el cuerpo. Los miembros de una iglesia deben estar tan estrechamente ligados que todos sufran cuando un miembro está lastimado o turbado y cuando alguno ha caído en pecado.
¿Dónde logra esta unidad el cuerpo de la iglesia? Pablo hace la lista de siete fuentes de la unidad de la iglesia en Efesios 4:4-6: un cuerpo, un Espíritu, una esperanza, un Señor, una fe, un bautismo y un Dios. Los miembros de la iglesia tienen todo eso en común.
2.- Los miembros del cuerpo tienen ciertas obligaciones los unos con los otros. Deben refrenarse de la inmoralidad ya que los cuerpos de los cristianos son «miembros de Cristo» (l Co. 6:15 ss). Un miembro no puede pecar sin hacer daño a todo el resto del cuerpo. Por estar ligados en una forma tan estrecha, todos los miembros deben amarse y cuidarse los unos a los otros.(Véase 1 Co. 11:17-29).
En Romanos 12 y en 1 Corintios 12, Pablo compara a la iglesia con un cuerpo viviente. En Efesios (1:22,23; 4:4,12; 5:23,30) y Colosenses (1:18,24; 2:19) vuelve a comparar la iglesia a ion cuerpo e introduce la idea adicional de que Cristo es la cabeza de la iglesia. Estas son las ideas principales de estos pasajes.
2.- LA IGLESIA COMO EL NUEVO ISRAEL.
Recuerda las promesas que Dios hizo a Israel en Ex. 19:5,6 (Lo estudiamos en la lección anterior). Prometió hacerlos un reino de sacerdotes y una nación santa si ellos obedecían y guardaban su pacto. Los israelitas fracasaron en cumplir su parte del pacto y por eso el privilegio de ser un reino de sacerdotes les fue quitado. Como Pablo escribió en Ro. 10:16-21, el evangelio fue declarado a Israel, pero no todos los israelitas lo aceptaron. Sin embargo, Dios ahora ha levantado un nuevo Israel y cumplido sus promesas. Este nuevo Israel es la iglesia (Eso es lo que Pablo quiere decir con «el Israel de Dios» en Gá. 6:16).
Pablo pinta el cuadro de esto en la historia del olivo en Romanos 11:17-24. El árbol de olivo es el «Israel de Dios». Las ramas originales, los judíos, han sido quebradas. Las ramas silvestres que han sido injertadas al árbol son los cristianos gentiles que ahora han llegado a ser una parte del «Israel de Dios». Pero aún algunas de las ramas originales, o sea algunos de los judíos, serán injertados de nuevo (v. 23). La idea principal está en que el nuevo Israel incluye a todos los que creen en Cristo, sean judíos o gentiles. Estos constituyen la iglesia, que ha llegado a ser la «nación santa» de la que se habla en Éxodo 19:5,6;
1. LA IGLESIA COMO LA ESPOSA DE CRISTO.
En dos ocasiones Pablo se refiere a la iglesia como esposa de Cristo, por dos razones diferentes. En 2 Corintios 11:2,3, el apóstol expresa su temor de que la esposa (en ese caso la iglesia de Corinto) no sea fiel a su esposo (Cristo). Aquí captamos un aspecto del glorioso futuro de la iglesia. Ahora es una novia comprometida al desposorio, aguardando la llegada del esposo. El mayor deseo de Pablo es que entre tanto, permanezca fiel a Cristo, su prometido.
Adaptado de “Doctrinas Básicas de la Biblia” de Lucien E. Coleman